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Los trucos de los camareros para que les dejemos más propinas

Aunque no lo parezca, el acto de servir tiene mucho de arte. A todos nos gusta que cuando vayamos a un buen restaurante las atenciones de sus empleados sean las mejores.

En no pocas ocasiones, una cena representa la cristalización de un flirteo amoroso o la celebración de un cumpleaños, o simplemente una ocasión para ser feliz.

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Camareros del restaurante L’Espadon. Foto: Town and Country.

Alrededor de una mesa bien servida y bien atendida también se desatan nuestras mejores energías. Y eso el camarero lo sabe: mientras más contentos quedemos con su servicio, muy probablemente más propina le dejaremos.

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Sobre el tema de la psicología del consumidor se han escrito tratados y se imparten cada año decenas de charlas en todo el mundo. Pero al camarero el día a día lo ha llevado a conocer la naturaleza humana y a prepararse para sacarle beneficio a nuestras debilidades.

A los trucos que los meseros han ido adquiriendo a golpe de años de servicio se ha dedicado el libro Seven Ways to Increase Servers’ Tips, que no es más que una compilación de textos sobre estudios de consumo llevada a cabo por el profesor Michael Lynn y publicada por la Universidad de Cornell.

Lo primero a tener en cuenta, ya sea si ejerceremos como camareros, como si frecuentamos a menudo algunos restaurantes, es el momento de la presentación.

No es en vano que el empleado se acerca a la mesa con prontitud y al momento revele su nombre –además de llevarlo casi siempre indicado en una chapa en su camisa-, es uno de los requisitos que se les exigen a los meseros por parte de las grandes cadenas de restaurantes.

Este gesto no solo provoca una atmósfera de cordialidad con el cliente, sino que le hace sentirse a gusto, feliz, y más tarde apto para dejar una buena propina.

De acuerdo con una investigación titulada “Effect of Server Introduction on Restaurant Tipping”, aparecida en el ’Journal of Applied Social Psychology’, los comensales gustan de la empatía que se establece apenas conocen el nombre del camarero de sus propios labios.

De ahí que se haya demostrado que quienes informaban de su nombre al cliente obtenían un 23% en propinas, mientras que para quienes no se presentaban había solo un 15%.

Otro estudio titulado “Effect of Server Posture on Restaurant Tipping” arrojaba el curioso dato de la importancia de que el camarero se incline ligeramente hacia el que cree es el más importante de los comensales, pues ayuda a establecer una mejor comunicación, toda vez que el primero se pone a la altura del cliente y con ello interactúa visualmente con este y con el resto de la mesa.

Por otra parte, entre el acto de presentarse y el de agacharse para comunicarse con el cliente siempre debe mediar la sonrisa: un gesto que en casi todas las culturas es considerado positivo.

Las investigadoras Kathi Tidd y Joan Lockard demostraron tras un largo experimento en un restaurante de Seattle que quienes hacen uso de la sonrisa para comunicarse recibían un 140% de propina por encima de quienes cumplían su trabajo de manera seca o mecánica.

Entre uno y otro de estos gestos debería tenerse en cuenta el contacto físico con el comensal. Si bien hay que saber hacerlo muy bien, y depende también de la cultura de quienes están siendo servidos, se ha demostrado que un pequeño roce de la mano del camarero con el cuerpo del cliente no está de más.

El texto titulado ’The Midas Touch: the Effects of Interpersonal Touch on Restaurant Tipping’ demostró el valor de este contacto puramente físico.

Quienes no lo hicieron recibieron un 12% de la factura total, mientras quienes sí lo hicieron al menos una vez recibieron el 14% y hasta quienes rozaron al comensal dos veces se fueron a casa con el 17% del valor de la cuenta.

Otro elemento a tener en cuenta es si el cliente se apresta a pagar con una tarjeta de crédito. Según Richard A. Feinberg, ex profesor de la Universidad de Purdue, cuando pagamos de esta manera somos más propensos a dejar una mayor propina.

Pero antes de este último acto puede ocurrir otra cosa: que en la cuenta aparezca un emoji con una carita feliz, que sonríe. Un experimento realizado en Filadelfia demostró que si la camarera era una mujer y esta había colocado un ‘smiley’ al final de la nota, pues solía recibir un 5% más que si su colega varón se valía del mismo artilugio.

Por último, se ha demostrado que los camareros que escriben “gracias” con su propia letra tienden a ser mejor remunerados por los comensales complacidos, que sus colegas menos expresivos.

Claro está: una sonrisa y una palabra mágica pueden abrir muchas puertas. Incluso las puertas de las finanzas.