La ciencia ha demostrado por qué la venganza es un sentimiento tan dulce

La cultura popular y el refranero demuestra que la venganza, ese sentimiento tan visceral y negativo que nos ha tentado a todos alguna vez, está omnipresente en el comportamiento y pensamiento humano desde siempre. Así rezan algunos de los dichos más populares:

En la venganza el más débil es siempre más feroz.
La venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible.
La venganza no borra la ofensa.
La venganza es un plato que se sirve frío.
La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena.

Pero, ¿y si hubiera una explicación científica a ese sabor dulce que deja la venganza? Así lo demuestra un inusual artículo publicado en el Diario de Personalidad y Psicología Social (Journal of Personality and Social Psychology) que refleja los resultados concluidos después de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Kentucky. Y es inusual primero por la naturaleza a priori poco científica del tema y porque incluye… muñecas de vudú.

En el estudio participaron 156 sujetos a los que se les pidió que escribieran un ensayo sobre el tema que ellos mismos eligieran. Después, tenían que intercambiarlo y recibir opiniones de otros sobre lo escrito. Lo que ellos no sabían es que había un infiltrado en el grupo con aviesas intenciones: dar el ‘feedback’ más horroroso de algunos participantes. En el siguiente paso, cada uno podía decir cuán enfadados (o no) estaban después de haber sabido lo que opinaban de sus palabras. Si lo estaban, tenían la oportunidad de ‘desfogarse’ con un muñeo de vudú con la cara de quien había ‘destruido’ su trabajo y clavarle algunos alfileres.

La clave del estudio estaba en el estado de ánimo que el participante tenía antes de escribir el ensayo y después de haber interactuado con el muñeco de vudú. Curiosamente, los que habían torturado un poco al muñeco después de haberse enfadado al saber la mala opinón sobre su escritura, volvían al punto inicial y hasta estaban más contentos. Es más: los había que estaban más felices que los que habían recibido opiniones positivas. Todo por poner un poco de mala leche a modo de venganza… Así que parece que llevamos a cabo esa retorcida conducta para recuperar nuestra alegría. Así nos las gastamos los seres humanos.