¿Dejarías vivir a una bacteria (terapéutica) en tu intestino durante seis meses o un año?

Si te digo que ayudan a suprimir el apetito y que conseguirás tener menos grasa corporal, quizás tengas menos reparos en dejar que este bicho de laboratorio entre en tu organismo, ¿no?

Para luchar contra la obesidad, los científicos han creado bacterias “buenas” que a su vez producen una molécula en el intestino que suprime el hambre.
Para luchar contra la obesidad, los científicos han creado bacterias “buenas” que a su vez producen una molécula en el intestino que suprime el hambre.

Es justo en lo que está trabajando un grupo de científicos para acabar con la obesidad, la epidemia del s.XXI. Un grave problema de salud que aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar varias enfermedades y trastornos, como patologías cardiovasculares, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.

Según la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad y de sus Enfermedades Metabólicas (SECO), en España se realizan 15.000 operaciones de cirugía para combatir obesidad.

Por otro lado, uno de cada tres estadounidenses es obeso y los esfuerzos para detener la epidemia han fracasado en gran medida, con los cambios en la dieta y la medicación proporcionando una pérdida de peso modesta y haciendo que la mayoría de la gente recupere el peso.

La pérdida de peso no sólo hace feliz al ‘obeso’, que recupera una vida activa y más plena, sino que mejora, cura y previene, el desarrollo de muchas patologías que pueden acabar con su vida: diabetes del adulto, hipertensión, aumento de colesterol y/o triglicéridos, osteoartritis, infarto de miocardio, accidente cerebral vascular, cáncer de colon y/o mama…

“Cada día vemos en nuestras consultas más pacientes obesos, que además padecen diabetes, hipertensión, colesterol elevado, muchas veces están pendientes de una operación de artrosis de rodilla, y con un arsenal de medicamentos que toman cada día para intentar frenar los efectos adversos de la obesidad, pero sin tratar la obesidad, excepto la recomendación de “siga usted una dieta”, explica el doctor José Antonio Ramírez Felipe, presidente de la SECO.

El experto hace hincapié en que la obesidad es la causa y origen de todas esas patologías: “Además de intentar controlarlas con medicación, el objetivo terapéutico principal se debe centrar en el control y tratamiento de obesidad”.

Por eso, en este escenario, el descubrimiento que te voy a contar tiene más importancia de la que podría parecer a priori. Esta es la noticia: un equipo de investigadores ha desarrollado unas bacterias que, a través del metabolismo normal, se convierten en un lípido que suprime el hambre.

Los modelos experimentales que bebieron agua mezclada con estas bacterias ‘programadas’ comieron menos, tenían menos grasa corporal y no presentaron diabetes, incluso cuando se alimentaron con una dieta alta en grasas, lo que ofrece una posible estrategia de pérdida de peso para los seres humanos.

El objetivo de este experimiento es producir bacterias ‘terapéuticas’ que vivan en el intestino durante seis meses o un año, administrando fármacos de manera sostenida. Así se podría reducir la ingesta de medicamentos para bajar de peso; normalmente se deben tomar a diario y la gente suele olvidarse de tomar sus medicamentos de manera sostenida en el tiempo.

“Así evitamos que la persona tenga que acordarse de tomar sus pastillas cada pocas horas”, cuenta Sean Davies, autor del tranajo junto a sus colegas de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, Estados Unidos.

Tomamos pastillas para todo y aunque ayudan a tratar muchas enfermedades no curan, por eso se están estudiando vías alternativas, ¿te atreverías a probarlas?
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De manera que los NAPEs (N-acil-fosfatidiletanolaminas) que se producen en el intestino delgado después de una comida se convierten rápidamente (gracias a estas bacterias) en N-acil-etanolaminas (NAEs), lípidos potentes supresores del apetito.

Los investigadores alteraron los genes de una cepa de bacterias probióticas de manera que pudieran fabricar NAPEs. Luego, estos expertos añadieron las bacterias al agua potable de una cepa de ratones que, alimentados con una dieta alta en grasas, habían desarrollado obesidad, diabetes y signos de hígados grasos.

En comparación con los roedores que recibieron agua normal o agua con bacterias de control no programadas, los ratones que bebieron el agua con bacterias NAPE ganaron un 15 por ciento menos de peso durante las ocho semanas de tratamiento. Además, el hígado y el metabolismo de la glucosa funcionó mejor que en los ratones de control.

Además, el efecto adelgazante permanece en el tiempo ya que los ratones que recibieron las bacterias terapéuticas se mantuvieron más delgados que los de control hasta 12 semanas después de que terminara el tratamiento.

“Creemos que esto va a funcionar muy bien en los seres humanos. Por lo tanto, estamos trabajando en la modificación genética de las bacterias con el fin de reducir significativamente su capacidad de transmisión”, concluye el experto.

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