M
    Mecha de las Mechas

    Mecha de las Mechas

  • Tu hija, tu gran compañera

    Es ese nuestro mayor desafío como madres. Seguir fomentando la unión aunque todo alrededor con ella sea una batalla. Eso implica muchas veces poner la otra mejilla, perdonar sin que nos pida perdón, abrazar cuando nos rechaza, hablar cuando nos calla.

  • Lo que nadie te enseña

    La cuestión es: ¿Cómo hablar de sexo en forma clara y directa con mi hija? Sobretodo, y más que nunca ahora, que inauguró novio. Me resulta imposible hablar de lo que sea.

  • Asunto de vida o muerte

    Al principio me negó como quien niega a un loco que habla sin sentido, y siguió en su plan, pero al ver que sostenía estoicamente mi decisión, comenzó con los primeros síntomas del colapso. Una vez que tomó contacto con mi convicción, sobrevino el caos.

  • Diferencias de eras o de roles

    Le hablo con un idioma que ella desconoce. Ella no entiende de absolutos, ella no se espanta, no juzga, no filtra.Y yo no sé si mi visión la heredo de mi época o de mi papel de madre. Si estamos realmente hablando de dos lógicas diferentes, o de dos roles enfrentados.

  • Madres sobreinformadas

    Sentada entre jóvenes madres, esperando encontrarme con alguna charla de poca relevancia respecto de las vicisitudes propias de las primerizas. De pronto sentí que estaba frente a ilustradas ideólogas de la vida en general. Más bien me faltaban el lápiz y el papel para tomar nota.

  • Mamá, cómprame

    No me habla en todo el día, pero cuando se trata de pedirme cosas, se sienta a mi lado como si fuésemos íntimas amigas, y va pasando revista por imágenes de cosas que añora. Añorar es justo el concepto, porque para mí son tan sólo eso, añoranzas.

  • Los insólitos que dan por sentado

    Los adolescentes llevan estampadas las paranoias sin sentido típicas de su edad, y no se las cuestionan. Ellos realmente están convencidos de la lógica sus comportamientos.

  • La ironía del "Uno para todas"

    Los teléfonos inteligentes están atentando contra mi inteligencia. La idea global del mundo interconectado se ha extrapolado a todas las esferas, ha llegado hasta los submundos más pequeños imaginables: las madres de la clase de mis hijos.

  • Hay una luz

    Cuando se trata de enfrentar a mi hija adolescente, de nada sirve la persistencia. Más bien, uno debería plantarse solamente en unos pocos y claros conceptos, y confiar en que la vida hará su parte en la educación.

  • Una noche para el olvido y para el recuerdo

    Me pasé cuántos cafecitos de madres hablando de esto, como si siempre fueran cuentos de otros, historias del imaginario colectivo. No había en nuestra juventud la concientización y los peligros de hoy.

  • Las niñas de hoy, las mujeres de mañana

    Las madres nos equivocamos cuando sucumbimos ante los primeros caprichos de estas pequeñas mujercitas en proceso. Sin querer, estamos sumergiéndolas en el mundo de la imagen y las apariencias, más superfluo de los adolescentes. ¡Les queda toda la vida para ser grandes!

  • Decálogo de madres y sus proyecciones

    En los hijos se proyectan los sueños y miedos, expectativas y frustraciones, aquello que no logramos ser, o aquello que nos hubiera gustado vivir. Las historias personales son las mochilas que uno carga en este viaje.

  • Mentiras con asteriscos

    Educar es una sabiduría que nadie te enseña. Yo me inclino más por la transparencia, pero también entiendo que los padres no podemos ni tenemos que saberlo todo.

  • Una réplica de mi madre

    Cada día que pasa me descubro más parecida a mi madre. Uno se pasa la vida sufriendo las taras de su madre, para transformarse con los años, en una réplica de ella. Toda una ironía.

  • Mi nueva obsesión digital

    El teléfono se ha apoderado de mí. Nunca estuve más atada a un objeto desde la tiranía de los biberones. La voracidad del minuto a minuto, el apuro por responder en forma inmediata, el estado online permanente son todas necesidades nuevas en mi vida.

  • ¿Quién tiene 16 años? ¿Ella o yo?

    La otra vez andábamos las dos a grito pelado por la casa. Ella cerrándome puertas que yo abría, corriendo por la casa de ambiente en ambiente, pateando hijos en el camino. Y del otro lado de la ventana, el vecino. Que papelón…repito desolada.

  • Devuélvanme a mi hijita (reloaded)

    El famoso efecto Cenicienta. La carroza se vuelve calabaza, y mi vestido hilachas. Quería volver a sentir el consuelo de los más chiquitos, pero comenzamos el recorrido al revés. Tenía razón mi marido, había que ir del peor al mejor.

  • Las 3 ch

    Chupar, chocar, chapar (besar). Las 3 ch a las que están expuestas las adolescentes, las cuales deben filtrar y conocer a conciencia.

  • Decálogo del portazo

    Azotar la puerta... algo sumamente común entre los adolescentes. ¿Qué esconde esta acción? Analicemos los posibles mensajes detrás de ella.

  • El corte que más duele

    Con la adolescencia de mi hija, mi marido comenzó a sufrir un vacío que yo elaboré de otra manera. Las hijas crecen, y sus cuerpos transformados comienzan a rechazar la proximidad física de sus padres. De pronto se quedan sin esa camaradería que creían inquebrantable.